Foro de la Ciudad No. 66

En su proceso de transformación en una gran metrópoli, son múltiples y variados los fenómenos que  ha debido encarar la ciudad de Quito. Uno de ellos, especialmente complejo, es el de la movilidad y el transporte, cuya naturaleza y magnitud impacta en la actualidad en todas las esferas de la vida ciudadana. El fragmentado entorno físico natural de Quito, sumado a las características específicas del desarrollo histórico, social, económico y cultural de la ciudad  a lo largo de los cinco siglos, han sido determinantes y se encuentran en la raíz de este problema, que entre otros muchos aspectos se caracteriza por la disfuncionalidad de una trama vial deficiente y poco jerarquizada y por un volumen creciente y excesivo de vehículos en cuya composición modal predomina el transporte individual privado y motorizado, en detrimento del transporte colectivo, público, peatonal  o alternativo. Factores políticos, intereses privados y deformaciones estructurales han contribuido también al deterioro de un sistema que, por lo demás, es indispensable en toda ciudad contemporánea.

Una de las aristas menos analizadas de esa problemática es la de las afectaciones que se producen cuando el tránsito que debería circular por vías expresas y arteriales se encauza por vías que fueron concebidas para la movilidad local, lo cual de modo inmediato y automático provoca el deterioro de la calidad de vida y dificulta el funcionamiento de las actividades en los sectores y localidades en los que este tipo de situaciones se produce. El sector de Guápulo, al nororiente de la ciudad de Quito, es justamente uno de esos casos. En su escabrosa topografía, el barrio cuenta con un número extremadamente reducido de vías, de amplitud moderada y acentuadas pendientes: uno más de los múltiples encantos que esa recoleta localidad posee…

Doc. Arq. Oswaldo Páez Barrera